Hoyo de Manzanares / Madrid / 2016

Cuenta una vieja leyenda polinesia que los dioses condenaron a los tiburones, debido a su mala conducta, a nadar eternamente sin jamás detenerse, privándolos de esta manera de todo descanso, lo que los ha orillado siempre a estar en movimiento y en busca de comida.

Sobre la piscina de esta piscina se alzaba un muro de hormigón gris que nada favorecía el aspecto de esa parte del jardín. El dueño, padre de nuestra amiga Bey, soñaba con poder plasmar un aterrador tiburón en esa pared. Con su frase: "Quiero un tiburón que con solo mirarlo te asuste.", nos enfrascó en esta aventura de la que saldríamos muy contentos con el resultado.

El mural está realizado con pintura plástica sobre esta pared de hormigón de 8x3m.

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